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¿Cómo puede ayudar el talento deportivo a los nuevos retos de RRHH?

Tiempo de lectura: 4

¿Cómo puede ayudar el talento deportivo a los nuevos retos de RRHH?

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Creo que es un buen momento para comentar cómo el talento deportivo puede aportar soluciones a las nuevas necesidades de los recursos humanos en las empresas.

Hoy día, aunque desgraciadamente no todas aún, las empresas intentan poner a las personas en el foco de sus resultados. Pero, es muy difícil cambiar en poco tiempo el hábito de la supervisión de la forma de trabajo por el hábito de la adaptación constante para conseguir rendimiento. El talento deportivo lo hace, de lo contrario, no podría rendir, nunca.

Así que, me gustaría tocar algunas cuestiones, brevemente, para ayudarte a orientar el rendimiento de tu empresa.

Atracción del talento

El talento de las empresas tiene que rotarse. No podemos aspirar a retenerlo, y tampoco, a mantenerlo congelado en nuestros negocios. Necesitamos que el talento se mueva dentro de nuestras estructuras pero, también, que salga fuera de ellas. Tenemos que acostumbrarnos a recibir talento, a exportarlo y que vuelva de nuevo con más fuerza.

El talento que se queda por condiciones favorables se adormece, no fluye, se queda en standby y deja de marcar la diferencia. Creemos proyectos y entornos de rendimiento atractivos para cada estrategia que queramos desarrollar, el talento estará siempre que lo necesitemos y solo el tiempo imprescindible. Si los deportistas rotan su talento por equipos y entrenadores, ¿por qué lo queremos conservar en la empresa?

Equipo con talento deportivo

Modelos híbridos

Sin alineación, no hay sistema de juego que pueda competir. Y los modelos híbridos son un sistema de juego. Es una forma más de competir, de hacer el trabajo, de generar resultados, de ser eficaces, eficientes y productivos. Por eso, sigue dependiendo más del equipo que de las condiciones.

Tienes que conseguir un equipo comprometido con este sistema de trabajo, que “compre tu modelo de actuar”, que vea beneficio en esta forma de trabajo. ¿Sabes cuántos deportistas y equipos entrenan en condiciones “poco adecuadas” o diferentes a los equipos de élite, y sin embargo, consiguen mejoras y resultados?

El “sistema” híbrido ha sido utilizado por los deportistas desde hace mucho tiempo: cuando los entrenadores no podían desplazarse, trabajaban con mails, llamadas telefónicas, videos…El talento deportivo se basa en la acción directa, pero se conseguían resultados con un formato de trabajo indirecto, porque el deportista estaba comprometido con ese sistema para conseguir rendimiento.

Es el reto en nuestros negocios.

Habilidades de la nueva normalidad

Las soft skills son la base del conocimiento técnico y sólo podrán funcionar cuando se conviertan en hábitos. Es imposible que una habilidad tenga capacidad de funcionar si no tiene una frecuencia de uso constante y medible. Es decir, las habilidades hay que usarlas y medirlas, hasta transformarlas en un hábito.

Ningún deportista realiza un movimiento técnico, de forma individual o en grupo, sin entrenarlos mil veces, y en mil situaciones distintas. Se juega un resultado en competición y no puede arriesgarse a darle esa ventaja al oponente.

Pues, en la empresa, le damos siempre ventaja al oponente. Formamos las habilidades para quedarnos tranquilos y luego, no vigilamos su uso e impacto. Tenemos la formación por rutina y el entrenamiento por rutina no funciona. Los deportistas y equipos que entrenan por rutina, no mejoran. Compiten como los demás y no ponen en juego su ventaja competitiva. Eso estamos haciendo en nuestros negocios, competir como los demás y así, no ganamos “puntos” en el mercado.

Impulsar la productividad

La clave está en la calidad, no en la cantidad. Para ello, hay que trabajar el rendimiento y el resultado que este produce. No vamos a conseguir ser más productivos si los sistemas de trabajo se basan en horas utilizadas. El tiempo es una variable formidable para el rendimiento, pero se necesita utilizar mejor.

En los entrenamientos deportivos, hace años que los entrenadores priorizan la calidad del entrenamiento por el volumen: prefieren entrenar menos, pero al máximo rendimiento.

No entendemos bien este concepto en la empresa, donde lo que buscamos es ser productivos, realizando muchas tareas en el tiempo del que disponemos, cuando eficaz es realizar las tareas necesarias para conseguir rendimiento en el tiempo que sea. Incluso, los entrenadores deportivos “cortan” los entrenamientos cuando ven que se están consiguiendo los objetivos esperados y los equipos están cansados.

¿Has visto eso alguna vez en alguna empresa?

Entrenador deportivo impulsando la productividad

Autonomía y bienestar

Hay que establecer bases de funcionamiento para generar autonomía y bienestar, supervisándolas y reajustándolas. La autonomía tiene que estar dentro de un contexto coherente de trabajo, si no hay ciertas líneas de supervisión y control, la autonomía difumina el bienestar y el talento no se activa.

Los deportistas son libres de tomar decisiones de rendimiento en entrenamientos y en competición, de hecho son esas las que marcan la diferencia entre ganar y perder. En la empresa no tenemos esa “filosofía” de trabajo, estamos todavía demasiados pendientes del control, y en eso, tenemos la culpa todos: profesionales y empresarios.

Los profesionales y los equipos marcan la diferencia cuando están en entornos “cómodos” para el rendimiento y autónomos para las decisiones. Encorsetados, supervisados y controlados, nunca se arriesgarán más allá de lo indispensable para realizar su trabajo.

Cultura corporativa atractiva

Lo importante es que todos tienen que remar hacia el mismo sitio, estén en la posición que estén. Eso genera, de forma automática, una cultura corporativa de rendimiento. Hacer a los profesionales partícipes de la cultura de la empresa, ayuda a construirla, pero no la consolida.

Porque el talento no quiere participar de los resultados, ni formar parte del negocio: el talento quiere retarse y no limitarse a participar, y recoger beneficios. Necesita siempre ir un paso más y eso implica tener una cultura de empresa abierta a la entrada y salida del talento, a la participación en los resultados, a la adaptación constante a las necesidades laborales de los proyectos.

En definitiva, una empresa con una cultura no estandarizada y sí, permeable a cualquier tipo de reto empresarial. Los profesionales del deporte, aunque reciben primas por sus resultados, nunca mejoran su rendimiento por el impacto directo de estas, siempre está presente en ese rendimiento el componente de formar parte de algo que va “más allá”: formar parte del entorno de un equipo o lo que se denomina en la empresa, cultura.

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