La sostenibilidad no es solo una cuestión relacionada con nuestro planeta, también está íntimamente ligada con los profesionales y sus necesidades de rendimiento.
Estamos contaminándolos con nuestra forma de liderar el rendimiento. Los llenamos de residuos cada día, y cuando queremos reaccionar, siempre es demasiado tarde y acabamos tomando decisiones costosas, desagradables y que nos obligan a afrontar nuevos problemas para salvaguardar la viabilidad del equipo.
Comprometernos con la sostenibilidad del equipo
Continuamente, queremos comprometer a nuestros equipos con el rendimiento. Buscamos que apliquen su talento y solucionen los retos que tenemos por delante pero, objetivamente, no nos comprometemos con las condiciones de su entorno y que son necesarias para su rendimiento.
Nos cuesta un mundo “sintonizar” de verdad con sus necesidades y los orientamos al rendimiento, sin más y, además, generamos una presión sobre su entorno para conseguirlo. Las consecuencias, las valoramos y asumimos después, pero el rendimiento es prioritario.
De esta forma, sobreexplotamos el liderazgo de nuestros responsables y estos, contaminan las dinámicas de equipo de nuestros profesionales. Llenamos de sustancias corrosivas sus opciones de coordinación y de cohesión, dejándolos con menos capacidad de reacción cada vez.
No somos conscientes de que, si los equipos son sostenibles, el entorno en el que trabajan, también lo será. Un equipo que equilibra el consumo de los recursos que tiene para conseguir rendimiento, es un equipo sano que crea y renueva los ecosistemas de su entorno. Planta nuevas variedades de oportunidades que le permitirán avanzar consiguiendo otros resultados equilibrados.
La responsabilidad social del rendimiento
Los resultados equilibrados son resultados responsables. Producen mejoras que se consiguen gracias a la implicación y compromiso con los recursos humanos que han sido los protagonistas de alcanzarlos.
La iniciativa de cuidar, formar y unirse a esos equipos en el camino que los lleva a conseguirlos, tiene como fruto la recompensa de saberse parte responsable de la forma armoniosa de funcionamiento de ese entorno.
Esa forma armónica de funcionar de manera responsable en equipo actúa como la economía circular tan necesaria para la sostenibilidad: Creamos equipos que generan rendimientos que potencian la aparición de nuevos retos y que mejoran o reciclan los rendimientos anteriores.
Esto nos permite cuidar nuestra semilla más importante, nuestros equipos. Ellos se regeneran con el rendimiento sostenible porque se vuelven biodegradables y se insertan en el entorno profesional cuando el rendimiento emana de una cultura empresarial comprometida con su entorno.
Medidas para equipos sostenibles
A continuación, vamos a indicarte una serie de medidas para conseguir un equipo totalmente sostenible.
Busca talento de forma sostenible
No busques consumir el talento de tu equipo como si fuera un bien limitado del planeta. Intenta hacerlo sostenible, rotándolo como si se tratara de energías renovables que hay que ir combinando para alcanzar resultados perdurables.
Mejora tus errores de manera responsable
Coge la responsabilidad social de tus errores y exponla ante el resto de profesionales. Si explicas cuál fue el error y cómo lo cometiste, entrará en juego la economía circular del proceso de trabajo en equipo: compartes con todos la enseñanza y la reciclarás en un nuevo reto.
Evita controlar el compromiso con el rendimiento
No llegues a acuerdos climáticos de largo plazo y de poco impacto en el corto para controlar tu rendimiento. El rendimiento ni se crea, ni se destruye, se transforma continuamente. Así que, evita controlarlo y busca la forma de que siempre tenga una vía de salida adecuada para tu empresa, en el presente o en el futuro.
No desperdicies la sostenibilidad de tus equipos, tienes todo un mundo de rendimiento que ofrecerles.