Unos días atrás he tenido la ocasión de leer un post de Executive Excellence y me llamaron mucho la atención las relaciones que establecían entre tecnología, experiencia de cliente y experiencia de empleado. Ningún deportista o equipo profesional podría sacar adelante sus resultados deportivos sin estar “todos” unidos y formando una pieza única. Lo comento mucho en todos los posts que escribo; sin embargo, parece que aún estamos lejos de conseguir esto en el entorno empresarial.
No se trata de “jugar”, se trata de hacer lo que sabemos hacer
No se trata de salir ahí a competir sin más, a repetir lo que hemos hecho en los entrenamientos para ganar la competición; no podemos conformarnos con mostrar nuestros servicios y productos, y que estos impacten en nuestros clientes. Tenemos que conseguir un entorno donde podamos poner nuestro talento “a jugar” junto con el talento de nuestros clientes y que esto nos permita, a todos, hacer lo que mejor sabemos hacer.
La tecnología sólo si aporta valor a las experiencias
La experiencia que creamos con nuestros clientes y empleados a la hora de desarrollar nuestras actividades hacia un mismo objetivo solo tiene que sumar tecnología si esta aporta a la causa. Parece obvio, pero para nada lo es. Muchas veces, y todavía con demasiada frecuencia, recurrimos a la incorporación de la tecnología para mejorar nuestras soluciones, pero acabamos bloqueándonos a nosotros y a nuestros clientes. Los profesionales del deporte quieren que la tecnología eleve su nivel, no que lo complique; clientes y empleados, ¡también!
Del valor del producto/servicio a la experiencia
La experiencia que tiene un deportista o un equipo deportivo con un entrenador suma más que cualquier otra variable. Los profesionales del deporte necesitan “fluir” en su actividad para conseguir resultados. Los clientes y empleados también necesitan ese flow; sin una experiencia que los inunde en lo que están intentando conseguir, primará la “frialdad” de un buen servicio o producto, y eso no será suficiente. No basta con entrenar y competir de forma seria y disciplinada, hay que conectarse con los cinco sentidos en los resultados que queremos alcanzar.
Crear resultados excepcionales en la empresa y en las personas
Me sale en este apartado la frase escrita en el anterior post: el rendimiento es de todos y para todos. Tenemos que conseguir resultados que sirvan para todos los protagonistas. Los resultados en deporte repercuten en todos los profesionales. En nuestras soluciones, con nuestros clientes y en nuestras actividades con nuestros equipos, también debe de ser así. Hay que buscar lo excepcional para todos y no solo para una de las partes, porque de lo contrario, dejaremos de crear valor en todas las direcciones.
La responsabilidad y la alineación marcan la experiencia
Claro, lo más complicado de todo, es conseguir, precisamente, que todos seamos responsables y vayamos a una con nuestras acciones. Los clientes se deben de vincular a nuestras soluciones y nuestros profesionales, tienen que hacer lo mismo con ellas. Si todos se comprometen, todos se suman al éxito. Si todos los deportistas del equipo trabajan unidos bajo una misma estrategia, las oportunidades de éxito se multiplican.
Tomar decisiones en equipo, no desde un puesto
Eso requiere una toma de decisión en conjunto; clientes y equipos, todos decidiendo para conseguir el mejor resultado. La balanza no puede estar volcada solo en una de las partes: la de nuestros profesionales ofreciendo una experiencia excelente. Los clientes tienen que estar dentro de la jugada y decidir con nosotros. Solo así, se consiguen experiencias únicas.
La conclusión es que tenemos que crear una forma de hacer las cosas donde clientes y equipos decidan cómo pueden contribuir a conseguir el mejor resultado posible. Suena, y muchísimo, a un deporte de alto rendimiento.