Entrevista a José Manuel Ruiz 

Tenista de mesa profesional, siete veces paralímpico en tenis de mesa, desde Atlanta’96 hasta Tokio2020.
Abanderado de España en los Juegos Olímpicos de Río 2016 en la ceremonia inaugural.
Deportista de alto nivel en RFETM.

¿Qué puede aportar el talento deportivo en la empresa?

Debemos ser conscientes y ser capaces de transmitir que el talento deportivo a la empresa va más allá de los valores que tienen los deportistas y los miembros de los cuerpos técnicos profesionales se necesita “hacer comprender” a la sociedad, mundo empresarial incluido, cómo se consiguen esos resultados de una forma entendible y cercana. Los valores son el resultado de algo muy valioso y que supone la base del éxito de los deportistas y entrenadores: los comportamientos. Lo que ocurre es que cometemos un error al interpretarlos y es ahí donde se pierde el talento deportivo y deja de ser “transferible” a la sociedad y a la empresa. Esta interpretación diluye el talento deportivo en una historia que los deportistas y entrenadores tenemos que construir para describir momentos de éxito. El talento deportivo consigue unir momentos donde se suceden buenos y malos resultados, pero que entre todos ellos llevan a los deportistas, equipos y entrenadores al éxito.

Si cuando se define un puesto de trabajo al que se tiene que incorporar talento, encontramos que tiene que desarrollarse en un entorno de condiciones de estrés medio-alto, con una toma de decisiones basada en datos, una adaptación constante y una alta repetición de aparición de ese rendimiento, lo que se está definiendo es un puesto de alta competición deportiva. No es lo mismo conseguir rendimiento con esas condiciones y necesidades que hacerlo con ellas y muchas veces seguidas. Aquí el talento deportivo tiene mucho que aportar porque el rendimiento concentrado es su especialidad, con él funcionan los entrenamientos y las competiciones. Lo que tiene que tener en cuenta el mundo empresarial es la necesidad de un entorno con cierto nivel de estrés y con cierta acumulación de necesidades de rendimiento para que el talento deportivo pueda aportar de verdad una mejora en los resultados.

¿Cómo se puede incorporar ese talento a los equipos empresariales? 

El talento deportivo en la empresa se puede incorporar por dos vías: profesionales del deporte “en la empresa” y “para la empresa”.

Para comenzar debemos tener claro si el rendimiento que necesitamos tiene que ocurrir en un entorno de estrés o bajo presión. No todas las tareas laborales se ejecutan bajo la misma demanda de estrés. Esto no quiere decir que los profesionales del deporte no se puedan incorporar en tareas más rutinarias, sino que su máximo de talento suele ocurrir cuando los entornos son estresantes. Si queremos marcar la diferencia incorporando a un profesional del deporte a nuestro equipo el perfil del puesto debe tener un nivel medio o alto de tensión para que active todos los comportamientos de rendimiento productivo y, con el conocimiento técnico necesario, pueda mejorar el margen de éxito que estamos consiguiendo en la actualidad.

En la segunda opción no se selecciona el talento deportivo para incorporarlo, sino para utilizarlo puntualmente con nuestros profesionales y que estos mejoren sus habilidades para el momento en el que necesitemos rendimiento, y para otros momentos futuros. En esta opción, tenemos que concretar con el profesional del deporte, recopilando la mayor información posible, la situación de rendimiento donde queremos la mejora y los posibles factores estresantes que pueden empeorar ese rendimiento. De esta manera los profesionales del deporte para la empresa podrán preparar los entrenamientos en habilidades o las necesarias estrategias de dirección de equipo, pero incorporando todos los factores estresantes que puedan afectarles en busca de la mejora de resultados.

¿Cuáles son los comportamientos de rendimiento deportivo que más pueden influir en el rendimiento empresarial?

Los comportamientos de rendimiento productivo que conforman el talento deportivo nacen de dos habilidades claves: la adaptación y la flexibilidad. Ambas son una constante. Sin adaptación ni flexibilidad, los procesos de trabajo y su organización no se pueden acomodar al entorno empresarial y social actual, reforzados por la pandemia. Este entorno funciona con la lógica de un tornado: aparece una opción de rendimiento y desaparece con la misma velocidad que en el entrenamiento y en la competición deportiva. El problema es precisamente esa velocidad. Si no estamos atentos se pierde una ventana de rendimiento que puede dar al traste con cualquier empresa posicionada en el mercado. Y es justo aquí donde entra en escena el talento deportivo y su transferencia, social y empresarial. En este sentido el deporte profesional lleva años de ventaja a la empresa y a la sociedad en general cuando hablamos del capital humano y de cómo trabajar su aportación. Porque son las decisiones que toman las personas las que generan adaptación y flexibilidad. Es cierto que existe una demanda real de estas habilidades en el entorno que está fuera del deporte, pero deportistas y entrenadores tienen que hacerlas llegar. Para ellos no son valores subjetivos que no se pueden controlar. Todo lo contrario, son comportamientos habituales que se trabajan, diariamente, para obtener rendimiento.

Los comportamientos adaptativos de los deportistas y entrenadores profesionales permiten mejorar el éxito en la toma de decisiones durante los entrenamientos y competiciones.

Los comportamientos de flexibilidad se suman a los comportamientos de adaptación para darles velocidad en la toma de decisiones. Todo organizado para adaptarse a ese entorno tornado y que, en el deporte profesional, está presente en todo momento. Por tanto, el talento deportivo al transferirse a las organizaciones privadas y públicas, lo que debe hacer es transmitir comportamientos entrenados y preparados para actuar en las condiciones de rendimiento de cada una de esas organizaciones.

¿Qué puede aportar un profesional del deporte dentro de un equipo empresarial?

El profesional del deporte debe presentarse en la sociedad con un perfil evolucionado que ponga en valor la capacidad de transferir a la empresa y a las personas aquellos talentos, capacidades y sobre todo comportamientos que ha adquirido, los cuales le hacen ser extremadamente productivo y poseer una capacidad de rendimiento, esfuerzo, sacrificio y resiliencia superior a la media. Cuando pasamos al mundo de la empresa se da un salto cuantitativo donde valores como esfuerzo, sacrificio, trabajo de equipo, resiliencia y compañerismo se convierten en una propuesta de valor para cualquier empresa. Nos convertimos en un “producto humano”, somos otro estímulo que aparece en el panorama profesional y que además posee la capacidad de transformar situaciones y gestionar relaciones humanas de una manera completamente diferente pues ostentan un potencial del que en muchas ocasiones no son conscientes.

¿Cuáles son los retos de la empresa si quiere conseguir el mismo “aprovechamiento” del rendimiento que consigue el deporte? 

El principal reto sería el de facilitarle la realización de comportamientos de rendimiento productivo, midiendo su resultado y tomando decisiones dentro del nuevo entorno de competición. El deportista no tiene que inventar ningún comportamiento nuevo, sino repetir el que ha utilizado o que sigue utilizando en su carrera deportiva. Es muy importante que actúe analizando y midiendo lo que hace, eso le permitirá conectar con su ADN deportivo y ajustarse a las necesidades de rendimiento. Si tiene los conocimientos técnicos que demanda el puesto, es cuestión de tiempo que vea resultados y genere impacto. Si no los tiene, tardará algo más, pero en cuanto los posea, desarrollará todo el potencial que se supone que atesora un profesional de su perfil. El deportista no necesita integrarse en la vida empresarial, necesita volver a competir, a sentirse dominador y ganador, pues ya posee las habilidades afinadas y preparadas, solo necesita empresas donde las personas sean realmente el eje del rendimiento y del resultado.

No basta con haber sido deportista de alta competición para tener una adaptación exitosa en el mundo empresarial; además de los conocimientos técnicos necesarios, las tan demandadas habilidades blandas (soft skills) que poseen solo se activarán si son capaces de entender cómo las utilizaron en su momento.