En MindCompanySport sabemos que el rendimiento no nace de entornos estables y cómodos.
De hecho, ocurre justo lo contrario:
Cuanto más estable y complaciente es un entorno, menor suele ser el nivel de rendimiento del equipo.

Primero el rendimiento, luego la estabilidad.

Como afirmaba Javier Imbroda, ex seleccionador nacional de baloncesto:
«Los únicos equipos que se divierten son los que ganan.»

Un error frecuente en la gestión de equipos es intentar construir entornos felices antes de consolidar resultados.
Esta estrategia, lejos de generar bienestar, cultiva frustración futura.

La retención del talento también se malinterpreta:

• No se trata de diseñar planes para retenerlo.

• El talento no quiere ser retenido, quiere retos.

• Se queda si el proyecto le exige y le inspira.

• Y cuando ese reto termina, es natural que busque el siguiente.

Por eso, más que retener, debemos dejar puertas abiertas para futuros proyectos comunes.

Respecto a lo personal: también tiene un límite en el vestuario:

• Las necesidades individuales deben respetarse hasta donde no comprometan el sistema operativo del equipo.

• Podemos adaptarnos, pero no modificar las reglas que permiten que el sistema funcione.

• La pertenencia al equipo es viable mientras las condiciones personales lo permitan dentro del marco del juego.

¿Y las piezas clave del equipo?

• Claro que necesitan un cuidado especial.

• Son los profesionales que impulsan al resto, que elevan el nivel de juego.

• Pero siempre respetando que el sistema esté por encima de las personas.

• No podemos tener un sistema que dependa exclusivamente de piezas individuales.

En conclusión:
La verdadera estabilidad no es la que se busca; es la que se conquista a través del rendimiento.
Primero compites, luego disfrutas.
Ese es el orden natural en los equipos de alto rendimiento.